El voto hispanoamericano se une contra la izquierda en España

Ángel Manuel García Carmona

Los españoles, aparte de no tener problemas con una inmigración de muchas similitudes culturales y una misma base religiosa, debe de sentirse agradecida por lo que supone de verdad el alejarse del socialismo.

Este domingo 23 de julio, los ciudadanos de España están llamados a las urnas para renovar la composición de las Cortes Generales, de las cuales saldrá elegido el próximo presidente del gobierno de este país, durante un periodo estimado de 4 años (salvo que sea necesaria una repetición por bloqueo parlamentario u otra clase de adelanto en medio de la legislatura).

Estos comicios, esperados para el otoño, fueron adelantados ante la debacle del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en los comicios electorales autonómicos y municipales del pasado 28 de mayo, en los que perdió una cuota amplia de poder, incluso en territorios donde habitualmente ganaban (por ejemplo, en Extremadura, la conocida como “tierra de conquistadores”).

Al margen de lo que la demoscopia indica, se tiene esperanza en que estos comicios supongan el fin de la coalición de izquierdas liderada por el socialista Pedro Sánchez, actualmente al mando de la Internacional Socialista, y los comunistas que en su momento pertenecieron a la filial narcocomunista PODEMOS. Un gobierno avalado, sin duda, por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de la Puebla.

Ahora bien, el motivo de este ensayo no es sino destacar una cuestión muy concreta, que no es realmente satisfactoria para la izquierda. Tiene que ver con la inmigración, algo que no les gusta controlar a fin de que haya un curso legal. Todo en la misma tónica que, por ejemplo, el Partido Demócrata de los Estados Unidos. Más adelante se irá detallando todo.

No todos quieren ser rehenes del colectivismo

Sabemos que el llamado Estado del Bienestar no solo es un mastodonte costoso e ineficiente que vulnera la libertad de las familias y favorece los monopolios, sino que fomenta ciertos contravalores de irresponsabilidad, cortoplacismo y hedonismo así como el “efecto llamada” hacia personas de países extracomunitarios.

El “efecto llamada” no tiene nada que ver con que muchos confíen en nuestros países como entornos en los que cumplir sus sueños con libertad, con seguridad, bajo una cultura del esfuerzo. Tiene que ver con el desproporcionado ofrecimiento de subsidios públicos sin necesidad de haber cotizado o acudido con un contrato de trabajo.

Por otro lado, están las políticas más “culturales”. Al margen de que cada persona es libre dentro de su fuero interno, se fomenta la actitud del “todo vale”, a pesar de los conflictos que existen entre valores civilizacionales (inseguridad). Esto es lo que ocurre, en no pocos casos, en más de un país de Europa, sobre todo, en la parte occidental (España, Bélgica, Francia, Reino Unido…).

Así pues, se pretende hacer con la inmigración lo mismo que con las mujeres y las personas no heterosexuales: instrumentalizarlas al servicio de los distintos postulados de la agenda socialista, en contra de la sociedad orgánica, la libertad de mercado y la civilización occidental, cuyos valores de libertad se basan en el Cristianismo.

Ahora bien, en España ocurre algo similar, en cierta medida, a lo que ocurre en los Estados Unidos. De acuerdo con un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) bajo financiación de la Comunidad de Madrid, alrededor del 50% de la inmigración hispanoamericana no ha solicitado ninguna clase de ayuda estatal.

La mayoría de los que no tienen un empleo, según ese mismo estudio, estarían trabajando igualmente, dentro de un afán de ahorro, inversión y previsión, aunque fuera en la llamada “economía sumergida” (esto no se enuncia como crítica, sino como un resalto de esa cultura del esfuerzo que ennoblece a la persona misma).

Es más, en Madrid, que es la región favorita de estos inmigrantes (lo que no ocurre, por ejemplo, debido a la ingeniería social lingüística nacionalista en Cataluña y Vascongadas, que en su momento acogieron, en los años 90, a muchos españoles de regiones peninsulares como Extremadura, Andalucía, las dos Castillas y Galicia), casi un 20% de los mismos serían autónomos o emprendedores.

De hecho, en muchos barrios de alta proporción extracomunitaria, donde hay una considerable proporción de latinoamericanos, puede verse una afluencia de negocios de diversa índole (ocio, restauración, alimentación y moda) con propietarios de estos orígenes (es también habitual que lleguen a puestos de responsabilidad empresarial y académica sin problema alguno).

Menos favorables al socialismo y al “wokeismo”

Justo al contrario de lo que ocurre con los entornos más musulmanes e islámicos, que han tendido a alinearse electoral u orgánicamente a formaciones políticas de izquierda, hay varias evidencias que señalan un alineamiento de la mayoría de los hispanoamericanos sitos en España con la derecha política e ideológica.

Pese a que los efectos nocivos de la Teología de la Liberación siguen percibiéndose en Hispanoamérica (en países como Colombia, Argentina y Brasil, aunque pueda haber una reacción cultural más conservadora, las políticas de planificación económica no están tan mal vistas aún como en Estonia, la República Checa y Hungría), no son pocos los que advierten a los españoles sobre el mal del comunismo en sus países.

De hecho, las dos principales formaciones de la derecha sociológica española: el Partido Popular (PP), muchísimo más centrista y amigable con las causas “progres”, y VOX, mucho más fiel a los planteamientos de la contrapolítica que encajaría en el término de la “nueva derecha” de Agustín Laje (fuerte énfasis en la batalla contra la progrez), han sido conscientes de que estos grupos son un importante activo y aliado.

En Madrid, el Partido Popular montó una división orgánica dedicada a los Nuevos Madrileños, en referencia a esta población. Algunos de sus diputados y concejales no son hispanos peninsulares. Es más, en un municipio del sureste metropolitano que está dominado por el comunismo, se apostó por una hispano-cubana que logró convertirse en la lista más votada (Janette Novo, en Rivas-Vaciamadrid).

A su vez, en los últimos meses, se han intensificado los actos de implicación con la comunidad hispanoamericana. Esto les ha llevado a valorar la implementación orgánica de estas medidas a nivel nacional y en la emulación de estas movilizaciones en el antiguo Reino de Valencia, otro importante foco de voto de centro-derecha.

En cuanto a la formación VOX, hay que decir que si bien en su programa apuestan por priorizar a los inmigrantes hispanoamericanos por cuestiones culturales y en su discurso patriótico recuerdan las hazañas de la Hispanidad (Descubrimiento de América), llamando a la unidad entre pueblos hermanos, se ha dedicado una sección de la campaña al “voto latino”.

Bajo el lema “Latinos con Abascal”, se ha elaborado cierto material de campaña con referencias audiovisuales a los componentes de la cultura más latina. Es más, cabe resaltar el papel llevado a cabo por el partido para denunciar a nivel europeo e internacional el daño del socialismo del siglo XXI (mención aparte a políticos como Hermann Tertsch y Víctor Gonzalez Coello de Portugal).

Eso sí, tanto el PP como VOX, con sus diferencias en temas de ética y cultura, han sabido detectar un importante foco de concentración: la comunidad evangélica (que no deja de crecer entre los cristianos hispanoamericanos, sobre todo, ante ciertos alineamientos equivocados que muchos estarían percibiendo desde la llegada del Papa Francisco al Vaticano).

Ambas formaciones han frecuentado las reuniones con estas comunidades cristianas (incluso han tenido alguna pugna por el liderazgo de la interlocución). De hecho, el PP invitó a un acto de ámbito nacional, en Madrid, hace unos trimestres, a una telepredicadora evangélica que pidió bendiciones en el presente acto político.

Es más, es interesante puntualizar que las distintas comunidades hispanoamericanas han dado vitalidad a las iglesias de los barrios más humildes de Madrid (sobre todo, en el “cinturón rojo” del Sur y en el céntrico distrito de Tetuán) frente a un noroeste altamente derechizado y conservador, con bastantes congregaciones católicas, y cierta relevancia del Opus Dei (prelatura católica).

En cualquier caso, el punto del tema es resaltar una múltiple satisfacción pues los españoles, aparte de no tener problemas con una inmigración de muchas similitudes culturales (la heterogeneidad que se dé es la misma que hay entre un pucelano y un guipuzcoano) y una misma base religiosa (cristiandad generalmente católica), debe de sentirse agradecida por lo que supone de verdad el alejarse del socialismo.